domingo, 6 de febrero de 2011

LA BOHÈME (G. Puccini)


Vamos a relatar una anécdota recordada por Linda Esther Gray, que fue la última estudiante del viejo Ópera Centre del este de Londres.

Era una producción de La “Bohème” realizada por ese centro y ya se veía a primera vista que el tenor que hacía de Rodolfo no estaba en perfectas condiciones. Preguntado que le pasaba, contestó que estaba muy nervioso y que había abusado del Valium.

Linda hacía el papel de Mimí y todo transcurrió sin incidentes hasta llegar al cuarto acto en el cual, necesariamente muere la protagonista.

Pero antes de morir, Musetta, con los ahorros de todo el grupo y el gabán de Colline, consigue traerle un costoso manguito para que se caliente las manos pues se quejaba de que tenía frío.

Al entregárselo ella pregunta a Rodolfo “¿Eres tu quien me lo da?” y Mimí afirma con la cabeza sabiendo que no es verdad. Entonces ella le recrimina por manirroto.

A todo esto, el pobre tenor Rodolfo se encontraba apoyado en el lecho, aparentemente sumido en la desesperación. Pero ahora le tocaba recitar su parte. Ésta, era una pregunta que debía dirigir a Marcelo: “¿Qué ha dicho el médico?”.

Pero el tenor ni se inmutaba, seguía “hundido en la desesperanza”. El director de orquesta hizo una seña a la que interpretaba el papel de Musetta y los pocos recitados que faltaban para terminar la obra, los dijo ella. Así, en lugar de que Rodolfo cierre la ópera con “¡Mimi!¡Mimi! ¡Mimi!”, en esta ocasión, única, fue cerrada por la casquivana amante del pintor Marcello.

¿Qué había pasado? Es fácil suponerlo: entre el ambiente de quietud tensa, la escasa luz y el hecho de que estuviera junto a la cama de la moribunda, dio como resultado que el infeliz tenor Rodolfo, se había quedado profundamente dormido y no había manera de despertarlo.

Cuenta Linda Esther Gray que ésta es la única vez que había visto en toda su carrera, dormirse a un cantante en escena y alabó la presencia de espíritu de la soprano sustituta.

NOTA: Tomado del libro “Disastri all’opera” de Hugh Vickers.

ARGUMENTO
En la buhardilla de los bohemios, Marcello pinta mientras Rodolfo escribe. Como no tienen combustible y hace frío, utilizan los manuscritos del drama que está redactando el escritor para hacer fuego.

Colline, el filósofo, entra congelado y molesto por no haber podido echarle mano a unos libros. Schaunard, el músico, llega con comida, madera, vino y dinero; explica a sus compañeros la fuente de su súbita riqueza: atender al loro de un caballero inglés.

Nadie le presta atención porque caen sobre las viandas, que son retiradas rápidamente por su dueño, dejándoles tan solo el vino. Mientras escancian, llega Benoît, el casero, en busca del pago de la renta.

Los bohemios le engatusan dándole de beber. En medio del efecto del alcohol, les narra sus aventuras amorosas, añadiendo que está también casado, ante lo cual todos reaccionan con una indignación fingida, y le echan de la habitación sin pagarle el alquiler.

Deciden que lo mejor es utilizar el dinero para ir a comer al café Momus, del barrio latino. Rodolfo no les acompaña porque quiere terminar su artículo para un periódico.

Estando pues en la buhardilla nuestro escritor, alguien llama a la puerta: es Mimí, una vecina que ha venido a pedir ayuda para encender su vela que se había apagado.

Una vez que tiene la candela encendida, se va, pero regresa en seguida porque cree que ha perdido su llave en la habitación. En ese momento, las luces de las bujías se extinguen por una ráfaga de viento y deben buscar la llave en la oscuridad.

Al hacerlo, sus manos tropiezan en la penumbra y se establece el primer contacto entre ellos, contándose mutuamente la historia de sus vidas.

Son interrumpidos por las voces de los compañeros que han venido a buscar a Rodolfo, y él, antes de que entren, les advierte que no está solo y que pronto se reunirá con ellos.

En el Barrio Latino los vendedores vociferan sus productos y hay una multitud que se divierte. Los amigos llegan al Café Momus, y mientras beben y comen aparece Musetta, ex de Marcello, acompañada de un admirador entrado en años: Alcindoro.

Ella intenta de varias maneras llamar la atención de Marcello, cosa que logra con facilidad. Fingiendo un dolor en un pie, por culpa del zapato que le aprieta demasiado, hace que el viejo vaya a buscarle un nuevo par, ocasión que Musetta aprovecha para reunirse con su amado pintor.

Cuando los bohemios van a pagar la cuenta para marchar, encuentran que Schaunard no tiene dinero suficiente, y siguiendo una sugerencia de Musetta, deciden cargar la minuta al rico Alcindoro.

Desfilan soldados por la calle, y aprovechando la confusión, Marcello y Colline llevan a Mussetta en brazos y huyen. Cuando se han ido todos, llega Alcindoro con el par de zapatos y es sorprendido por el mesonero que le ordena pagar el estipendio.

En la aduana d’Enfer, Mimí, ya enferma, va a buscar a Marcello. El artista hace de pintor en un bar cercano y ha dado cobijo esa noche a Rodolfo. Ella le cuenta lo difícil que se ha vuelto la vida con él y que ha abandonado la casa de madrugada.

Rodolfo, que acaba de despertarse, busca a Marcello; Mimí se oculta rápidamente para oír la conversación. Le dice que ha dejado a su pareja porque es coqueta con los hombres y además está mal de salud. Teme por su vida y él no dispone de medios para socorrerla.

Por estos motivos decidió fingir no amarla para que se olvide de él y busque la protección de otro que pueda proporcionarle medios para su curación. Marcello, preocupado por Mimí intenta hacerle callar, pero ella ya lo ha escuchado todo y se descubre a sí misma cuando tose violentamente.

Marcello les deja para volver con Musetta, y Mimí dice adiós a Rodolfo, pero en el último momento, ambos se declaran nuevamente su amor y deciden permanecer juntos hasta que llegue la estación de las flores. En la distancia se escucha la discusión de la otra pareja.

Nuevamente en la buhardilla, los dos amigos trabajan mientras lamentan la pérdida de sus respectivas amadas. Schaunard y Colline entran con la cena, que consiste en algo de pan y un arenque, y los cuatro parodian una fiesta cortesana, cantando y bailando una gavota.

Musetta entra alarmada, le acompaña una Mimí muy enferma que sufre mucho; todos ayudan a la muchacha moribunda. El grupo, preocupadísimo, reúne sus pertenencias, entre las que se incluye el gabán de Colline, a fin de tener lo suficiente para el médico y las medicinas.

Solos, Rodolfo y Mimí, recuerdan sus tiempos felices. Regresan los compañeros y se postran a los pies de la cama, entregando un maguito a la enferma para que se caliente las manos. Musetta reza una plegaria, y Mimí, inadvertidamente, muere. Poco a poco sus compañeros notan lo sucedido, hasta que finalmente, Rodolfo cae en la cuenta y grita desesperado "¡Mimí...! ¡Mimí...! ¡Mimí...!".

EL AUTOR
Giacomo Puccini (1858/1924), hijo, nieto, biznieto y tataranieto de músicos, había nacido en la ciudad toscana de Lucca y, como es de suponer, estaba predestinado al oficio de la familia.

Su padre, organista de cierto relieve, murió cuando el futuro compositor tenía seis años y, en principio, le fue reservada en la catedral, la vacante de la plaza ocupada por el difunto.

Los inicios del que iba a ser un operista de fama, no fueron nada prometedores pues era poco estudioso, hábil para disimular sus faltas y engañador, dando más de un quebradero de cabeza a su madre, aunque era evidente su capacidad para la música.

A los dieciocho años se fue hasta Pisa para ver representar la “Aida” de Verdi, cuando se estrenó en esa ciudad. La experiencia inflamó su deseo de ampliar sus conocimientos. Su madre logró que le fuera concedida una beca por la reina Margarita de Italia. Estudió en el conservatorio de Milán donde compartió con Mascagni habitación y estrecheces económicas.

Su primera ópera (Le Villi-Las Wilis) la presentó a un concurso que no ganó, pero llamó la atención del editor Ricordi, quien le puso bajo su protección. Llegó a la mayoría de edad como operista con “Manon Lescaut (1893)” y a partir de ahí se convirtió en el compositor más famoso de Italia, con óperas como la que nos ocupa pero además: “Madama Butterfly”, “Tosca” y “Turandot”, entre otras.

Su vida privada no fue sencilla: enamorado de una mujer casada, hubo de esperar a que enviudara para contraer matrimonio. Pero es que además tuvo un problema de celos con su esposa al creer ésta que se entendía con una sirvienta. El caso salió en los periódicos y hasta tal punto influyó la opinión pública, que la doncella se suicidó. Un examen forense demostró que había muerto virgen.

Puccin es el autor que proporcionó a la ópera italiana sus últimos días de esplendor. Después de su muerte, el género entró en una larga crisis de la que ya no se recuperó. Si que es verdad que posteriores a él hubo compositores y obras de indiscutible valía, pero estas óperas no han calado en el espectador.

De modo y manera que Giacomo Puccini es hoy, para la inmensa mayoría del público, el último gran nombre italiano en la historia de este estilo de música.

LA ÓPERA
Tras su primer gran triunfo (Manon Lescaut), Puccini sabía que en el mundo de la ópera un éxito primerizo es efímero: era necesario reafirmarlo en un plazo no muy largo.

Después de haberse sentido tentado por varios temas, se decidió a componer basándose en la novela de Henry Murger titulada “Scenes de la vie de bohème”.

El tema, sentimental y con un amor imposible, era el adecuado para su sensibilidad, perteneciente más al romanticismo tardío que propiamente al verista, del que, evidentemente, tomó algunas características de tipo realista.

La novela había sido publicada por entregas en el periódico “Le corsaire” entre 1845 y 1849 y era poco más que una serie de episodios sueltos sin ninguna coherencia interna, por lo que no fue nada fácil convertirlo en libreto de ópera.

Era necesario cortar muchas escenas y pasajes no esenciales, eliminar o refundir personajes secundarios, centrar las diversas historias paralelas en una sola acción principal y, por último, darle contenido dramático caracterizando psicológicamente a los personajes.

Los encargados de hacer estas tareas fueron Giuseppe Giacosa y Luigi Illica y tuvieron que enfrentarse además con los cambios súbitos de orientación y constante petición de nuevos redactados por parte de Puccini.

Por ejemplo, la muerte de Mimí fue escrita y vuelta a escribir tantas veces, que los libretistas estuvieron a punto de abandonar y si no lo hicieron fue gracias al editor Giulio Ricordi. Y es que nuestro compositor nunca se llevó bien con sus libretistas.

El resultado final del trabajo de Giacosa e Illica, es un excelente libreto que casi no tiene nada que ver con la novela original: los diálogos son ágiles y espontáneos, los puntos críticos están resueltos hábilmente, el texto no carece de verosimilitud y los personajes secundarios están eliminados en beneficio de los principales.

Parece que la idea respecto al tema, se remonta a 1892 y fue Ruggiero Leoncavallo (el autor de “Pagliacci”), quien se la propuso a Puccini y se ofreció para hacer el libreto (además de músico era escritor). Pero en aquellos momentos no suscitó el interés del compositor de Lucca, por lo que fue él mismo Leoncavallo quien empezó a componer la ópera.

Es bien conocido, pues sucedió en algunas ocasiones, que Puccini se decidía a elegir un tema para una ópera cuando alguno de sus compañeros de profesión lo escogía previamente. Así sucedió con “La bohème” y provocó un enfrentamiento entre los dos colegas, hasta tal punto duro, que salió en los periódicos y rompió definitivamente con su amistad.

La diferencia más notable entre ambas versiones es que en la de Leoncavalllo hay más conflictos, discusiones más ásperas y diálogos más apasionados, como corresponde plenamente al estilo verista pero la de Puccini cala más hondo en el apasionado mundo bohemio.

El tratamiento musical que Puccini aplicó a su ópera, es de un fluir melódico continuo. Aunque hay piezas independientes, están bien acopladas en el contexto de la obra. Es un procedimiento propio del estilo verista y revela influencias del Verdi tardío y de Wagner. La orquestación, muy imaginativa, es más densa de lo que parece y exquisitamente cuidada.

Fiel a la tradición italiana, el músico dio especial importancia al componente melódico en todas sus óperas. La melodía de impacto inmediato, apasionada casi siempre, sentimental, casi nunca vulgar, es la autentica protagonista musical de la obra que nos ocupa y precisamente esa melodía es la que ha contribuido a su popularidad.

En noviembre de 1895, el compositor terminó la partitura y se estrenó el 1 de febrero de 1896 en el Teatro Regio de Turín, con una acogida tibia por parte del público que esperaba algo más sangrante. La crítica fue bastante dura con la obra a la que tildó de superficial. En Roma se escenificó en febrero con éxito discreto, en Palermo, en abril de aquel mismo año, tuvo, por fin, un público delirante. Hoy en día es una de las más representadas en el mundo.

No es fácil explicar el éxito de “La bohème” pues analizada fríamente, es una obra de categoría pero no obra maestra y sin embargo el público la ha elevado al rango de mito. Tal vez sea por detalles como la muerte de Mimí que por mucho que hayamos visto la obra, siempre nos atrapa “con la guardia baja”.

LOS PERSONAJES
La filosofía de Puccini queda resumida en esta frase suya: “Me interesan exclusivamente las pequeñas cosas y no quiero dedicarme a otra cosa que no sean las pequeñas cosas”. Nunca mejor aplicada a “La bohème”: pequeñas gentes, sus pequeñas alegrías, aunque no siempre sus pequeñas penas. Esta sería la característica general de todos los personajes de nuestra historia.

En esta ópera no existe ninguna intriga amorosa, ni tampoco algún personaje malvado. Los golpes del destino aparecen en forma de enfermedad: es una tragedia verosímil, de una poesía conmovedora.

No se puede considerar una exageración decir que Mimí (soprano lírica) y Rodolfo (tenor lírico), sea la pareja de enamorados más querida de todas porque ¡son tan corrientes y al mismo tiempo tan únicos!

Las melodías que entonan, describen su manera de ser perfectamente y pregonan el mensaje de que la naturaleza del amor no podría nunca ser calificada de cotidiana.

Rodolfo es un poeta de poca fama y menos recursos, de carácter apasionado, vehemente en la expresión de su amor y algo celoso. Mimí es una costurera, una pobre muchacha tísica que vive en un mundo propio hecho de sueños.

En un segundo plano queda Marcello (barítono) que vive torturado por los celos provocados por la conducta de su amante Musetta (soprano lírica), extravertida y ligera de cascos.

Schaunard (barítono) y Colline (bajo) son dos bohemios tópicos y pintorescos que ayudan al progreso de la acción y dan color local al ambiente.

Benoit y Alcindoro (ambos bajos) suelen ser interpretados por una misma persona. El primero es el casero y el otro consejero de estado.

Quedan una serie de personajes menores en importancia y que por eso sólo los enumeraremos: Parpignol (tenor), un aduanero (bajo), un sargento (bajo), un niño (voz blanca) y diversos personajes de ambiente a cargo del Coro, que participa activamente en el acto segundo.

FRAGMENTOS DESTACADOS
1 (a).- Aria de Rodolfo: “Che gelida manina- (Que manita tan fría)”, la melodía, típicamente pucciniana, vuela literalmente sobre un acompañamiento orquestal magnífico, se repliega, toma coloraciones diversas según el significado del texto, vuelve a ascender y alcanza su máxima tensión en las palabras “Una dolce speranza”. Las tres frases que siguen son sólo un relajamiento a tanta tensión emocional.

1 (b).- Aria de Mimí: ”Mi chiamano Mimí- (Me llaman Mimí)”, sigue los pasos del aria del tenor y alcanza su máximo en “il primo sole è mio”, donde tiene que demostrar que no es menos apasionada que su pareja, aunque tenga menos vehemencia.

1 (c).- Dúo Rodolfo/Mimí: “O soave fanciulla, o dolce viso- (Oh suave muchacha, Oh rostro dulce)”, Precedido por una introducción de los bohemios fuera de escena, es el final del primer acto. Lo inicia Rodolfo y se trata de una pieza breve pero de gran intensidad. Las últimas frases son pronunciadas con el escenario vacío.

2.- Canción de Musetta: “Quando m’en vo- (Cuando voy)”, Es el momento solista destacado del segundo acto. Sobre un texto verdaderamente incendiario, Musetta, atrevida y coqueta, desgrana con un delicioso ritmo de vals lento, su provocativa canción que reavivará la pasión de Marcello.

3.- Dúo/Cuarteto de Rodolfo, Mimí/Marcello y Musetta: “Dunque è proprio finita- (Así pues, se acabó)”, Empieza en dúo entre los enamorados protagonistas y pronto se convierte en cuarteto con la intervención de los demás. Los cuatro rompen relaciones: los primeros de forma amistosa y los otros no tanto. Hay que observar la enorme habilidad de Puccini para hacer progresar este número: en un lado cantan con largas y lentas frases y simultáneamente, en la otra parte, se dirigen groseros insultos.

4.- Aria de Colline: “Vecchia zamarra senti- (Viejo gabán escucha)”, El bohemio filósofo decide empeñar su raído gabán para comprar medicinas para la enferma y se despide de él con esta bella aria.

DISCOGRAFÍA
Para el AUDIO, recomendamos un CD que es reconocido como favorito por muchas personas, incluida la crítica:

Año de grabación……… 1972
Director…...........Herbert von Karajan
Mimi ................ Mirella Freni
Rodolfo ............ Luciano Pavarotti
Marcello .......... Rolando Panerai
Musetta ........... Elizabeth Harwood
Colline .............Nicolai Ghiaurov
Schaunard ....... Gianni Maffeo
Bénoit ................ Michel Sénéchal
Parpignol ........... Gernot Pietsch
Alcindoro ............ Michel Sénéchal
Ste dei doganieri Hans-Dietrich Appelt
Un doganiere..... Hans-Dietrich Pohl
Orquesta.............. Berliner Philharmoniker
Coro .................... Ópera Alemana de Berlín
Grabado en estudio

Elegimos este VÍDEO por los dos intérpretes principales, pero es manifiestamente mejorable, sobre todo por su escenificación algo anticuada. Aún con todo, es de lo mejor que existe, según creo:

Año de grabación................ 1990
Director......................Tiziano Severini
Mimi........................ Mirella Freni
Rodolfo ................... Luciano Pavarotti
Marcello ................. Gino Quilico
Musetta .................. Sandra Pacetti
Colline .................... Nicolai Ghiaurov
Schaunard ............. Stephen Dickson
Bénoit ..................... Italo Tajo
Parpignol ................ Daniel Harper
Alcindoro ................. Italo Tajo
Sgte dei doganieri... Mark Coles
Un doganiere .......... Cameron Henley
Un venditore ........... John Wheeler-Rappe
Orquesta.................. San Francisco Opera
Coro......................... San Francisco Opera
Grabado en directo

4 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Juanba! Antes que nada felicitaciones por el blog, realmente es muy interesante! Recientemente se llevó a cabo en mi ciudad, Punta del Este (Uruguay), un festival internacional de música clásica en el que tuve oportunidad de ver "La Bohème". Quedé impactada en primer lugar por la obra, pero también por los músicos, las voces, y el talento del Director Matthias Manasi. "La Bohème" se ha convertido en mi ópera preferida sin lugar a dudas.
Esta fue su 2da edición y fue realmente maravilloso, un orgullo para todos los uruguayos. ¿Has visitado Uruguay?
Te dejo un video del festival por si no lo conoces: http://uruguaynatural.tv/video/795400994001

Saludos!

Juanba dijo...

Hola Victoria, hasta hoy no te había podido contestar en el blog porque no encontraba, por más que lo buscara, tu comentario. El ordenador lo había colocado como SPAN hasta que me di cuenta. No obstante, ya te respondí por email. Gracias por tus palabras. Es evidente que también me gusta La Bohème. No he estado en Uruguay y me ha encantado el video. Un saludo

Anónimo dijo...

NO ES UNA OBRA MAESTRA???
Qué valiente!
Supongo que Don Giovanni o el Boris tampoco lo son para ti.

Unknown dijo...

Excelente resumen! Mañana iré a verla
Saludos desde Santiago de Chile